Pastel de cabracho receta fácil

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El sol y el verano siguen siendo abundantes aquí en Montlouis. Al llegar a casa, abrimos las puertas a una jungla de verde. . Mosquitos en la fuente apagada. Bojes en macetas secos y tristes. Rosales que cuelgan cargados de caderas, telas de araña en cada rincón, polvo que se arremolina en las corrientes de luz del sol. El correo desbordado. Anuncios esparcidos por la entrada… ¿te suena?

De vuelta agachados y esperanzados nos adentramos. En el jardín. En la casa. Raspando, cavando, podando con pala. Bebimos agua por litros y recurrimos a las colas heladas. Lavamos y enjuagamos, quitamos el polvo y tosimos, gemimos y pulimos. Por no hablar de atacar la lavadora con vigor y gratitud. Olvidé cómo ajustar la hora en mi horno microondas y me pregunté si todavía lo necesitaba. Escuché el murmullo de mi lavavajillas y me pregunté cómo había podido pasar 5 meses sin él. Volví a apreciar mi cómoda y (para mí) sencilla pero lujosa cocina y me deleité preparando una comida de pescado y cítricos. Luego nos dimos el gusto de cenar bajo la sombrilla, oyendo la fuente, oliendo el jazmín que florece en septiembre, soñando y planeando esta segunda mitad de 2009.

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El pastel de cabracho Es una especie de pudin o paté que resulta ideal como entrante en cualquier comida, y especialmente para una celebración. Ahora que las pescaderías están surtidas de casi todo tipo de pescado, es un buen momento para prepararlo con el auténtico cabracho.

En Asturias es un clásico verlo como aperitivo en restaurantes y sidrerías, aunque la receta original no tiene más de treinta años y tuvo su origen en las cocinas de Arzak en los años setenta.

El cabracho es un pez de roca, de color salmón o anaranjado, cuya carne marrón y firme tiene un sabor que recuerda al del marisco. Como tiene muchas espinas es un poco más complicado de comer que otras especies, pero desde luego si eso no es un impedimento para ti, te recomiendo que lo probéis alguna vez también al horno.

Ponemos una olla con agua y sal a hervir. Añadimos la cebolla, el puerro, la zanahoria, la cucharada de aceite y el laurel y hervimos durante diez minutos para preparar un caldo. Luego cogemos el pescado y lo cocemos otros quince minutos.

Los retiramos y los limpiamos de piel y espinas, desmenuzándolos cuidadosamente para otro recipiente. Debemos obtener unos 400 gramos de carne de pescado limpia. Precalentamos el horno a 180 grados y untamos un molde de tarta con la mantequilla y luego lo forramos con papel sulfurizado.

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2 Tenga cuidado al manipular el cabracho, cubriéndolo con un paño o usando guantes para evitar pincharse. También puede pedir a su pescadero que se lo limpie. Picar 3/4 de taza de almendras y tostarlas en una sartén durante 3-4 minutos: deben quedar casi doradas. A continuación, añade 3/4 de taza de leche y sigue cocinando a fuego lento durante 10-12 minutos.

3 Retirar la leche de almendras del fuego, añadir dos cucharadas de leche fresca y un poco de sal y batir la mezcla hasta obtener una crema. Lavar muy bien las alcachofas, cepillándolas suavemente si es necesario. A continuación, colócalas en un cuenco, ciérralo con papel film y cuécelas en el microondas a alta potencia durante 1-3 minutos. Sacarlas del microondas, tirar el envoltorio de plástico, pelarlas

Receta de cabracho

Algunos de mis mejores recuerdos de viajes gastronómicos están relacionados con el guiso de pescado. Comí un cioppino increíble en Fisherman’s Wharf, con babero y todo, fragante y vibrante con tomates. Este clásico de San Francisco es una canción de inmigrantes*, pero fuerte y orgullosa.

Los franceses, por supuesto, tienen su propia versión, la bullabesa. La receta más tradicional procede de Marsella y puede reproducirse en otros lugares con dificultad: debe incluir el pez escorpión, rascasse, omnipresente en el Mediterráneo.

El gumbo, el guiso de pescado criollo, es aún ligeramente diferente. Principalmente por las verduras que requiere: pimiento, apio y cebolla, y por cómo debe comenzar su existencia con el roux -pasta de harina y grasa que se cuece hasta que se vuelve marrón oscuro-.

Y luego están los tipos de guisos-sopas que me importan un poco menos: los chowders y los bisques. Ambas se elaboran habitualmente con crustáceos y nata, la bisque suavemente y la chowder a trozos, con trozos de langosta si se tiene suerte y de patata si no.

Los trozos de pescado se escalfan en el caldo, a excepción de las vieiras. Y es que, aunque no estoy del todo de acuerdo con los que se oponen al pescado escalfado (y lo llaman “hervido”), las vieiras necesitan un toque de fuego, aunque sólo sea por la estética.

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